Del proverbio en latín “De gustibus non est disputatum” (Sobre gustos no se disputa) evolucionó hasta nuestros días el también dicho popular “Para gustos, los colores”.
También ya desde los tiempos clásicos de Aristóteles, Demócrito y Platón se consideró un modelo de color basado en los cuatro elementos: Tierra (Ocre), Cielo (azul), el Agua (verde) y el Fuego (rojo). Así nació el modelo de color tradicional RYB (Red, Yellow, Blue), simplificándolo a tan solo tres colores primarios ya que el verde, el naranja y el púrpura (colores secundarios) se obtienen con la mezcla de los anteriores. Este modelo se emplearía a lo largo de toda la historia de las artes plásticas, especialmente en la Pintura.
En 1666 Isaac Newton creó el círculo de color compuesto de 7 colores (rojo, anaranjado, amarillo, verde, cian, azul y violeta) que al girar sobre un disco componían el color blanco. En 1809 el científico alemán Johann Wolfgang Von Goethe añadiría a este modelo los espectros complementarios para una percepción más empírica del color.
La evolución de la imprenta por su lado proporcionó la invención del sistema offset a principios del S.XX y con ello la instauración del modelo CMYK (Cyan, Magenta, Yellow, Key). En 1920 Wilhem Ostwald elabora la nueva teoría del color. En 1931 se define uno de los primeros modelos matemáticos sobre el color, el CIE XYZ, antecedente inspirador del modelo RGB.
En 1963 Pantone crea un sistema de identificación, comparación y comunicación del color para las artes gráficas que hoy en día es un standard básico de referencia. En 1996 de la mano de Microsoft y Hewlett-Packard (con la aprobación de otras compañías, entre ellas Pantone), se configura el espacio de color RGB como sistema de referencia digital. En 1998 la compañía de software Adobe hace lo propio creando su propio sistema AdobeRGB, muy usado actualmente en la impresión digital.
Hasta aquí, la evolución histórica de los sistemas de color. En cuanto a lo que nos ocupa, es decir, en diseño de stands, ¿cómo aplicaremos los colores?.
Aquí intervendría también la parte relativa a la psicología del color. Al vivir en una sociedad cultural, existen ciertos marcos “universales” en el lenguaje del color y la relación con nuestra sensorialidad, de la que se ocupa el hemisferio derecho de nuestro cerebro, por cierto, el de las funciones creativas.
Por ejemplo, el rojo representa la prohibición y el peligro, el azul lo masculino, el rosa lo femenino, el verde la salud… Aunque hay que tener en cuenta también que los diferentes marcos culturales pueden modificar significativamente el valor psicológico que se le da un color. El negro es el color del luto en Occidente, pero es el blanco el que cumple esa función en China, Japón, India y otros países asiáticos.
Así, los colores tienen referencias sensoriales muy consensuadas en los diferentes sectores económicos, por citar algunos ejemplos: Azul – Profesionalidad, Firmeza, Salud … (se utiliza mucho en compañías médicas, tecnológicas, bancos…); Rojo – Prohibición, Peligro, Pasión, Atracción, Dinamismo (abunda en marcas alimentarias, automovilísticas, y casi de cualquier sector industrial); Naranja – Innovación, Modernidad, Vitalidad… (marcas con campañas destinadas a jóvenes, o que se quieren abrir mercado en un sector dominado por marcas clásicas), etc.
Por lo tanto, va a resultar crucial si el cliente para el que trabajamos posee un branding de marca. Deberemos fijarnos en las especificaciones que a tal uso, ya sea del logotipo, o de los colores primarios y secundarios, dicha firma haya establecido como propios. Sus valores en RGB, CMYK o Pantone servirán para replicar en el stand mediante pinturas, o grafismos en diversos formatos, sus colores corporativos con la mayor fidelidad o parentesco.
Si el cliente no tiene un branding resuelto, las pistas nos las darán entonces la combinación de colores que tenga su logotipo, su página web, o quizás su catálogo de productos.
A la hora de usar el color en un stand no hay reglas estrictas. Cada proyecto “pedirá” una manera de combinar el color, bien porque en el briefing se haya solicitado un enfoque concreto, o por el resultado del método de prueba y error. Sabemos que algunas combinaciones son exitosas (un stand muy blanco con notas de color, un espacio con varios colores engamados, masas de color corporativas uniformes, uso de logos y claims en negativo sobre tonos oscuros o negros…)
Combinar volúmenes, masas de color y contrastes, entre las caras internas y externas de las formas constructivas, nos permitirá acercarnos a esa combinación de equilibrio sensorial que consideraremos acertada y atractiva. En este sentido, esta capacidad de valorar el resultado estético perfilaría “el gusto” como el resultado de un proceso experimental, tanto en el nivel de la elaboración del proyecto, como atesorado por la propia trayectoria profesional.